7 de abril de 2016

La Maratón de Montevideo Contada por un Atleta Argentino


Federico Sánchez Parodi, un atleta amateur argentino cuenta en su país cómo, con una sonrisa, recorrió 420 cuadras de la capital uruguaya.

Diario La Nación: Maratón de Montevideo, en primera persona

Creo que como muchos, después de hacer una maratón querés más y al mismo tiempo, si podés hacerlo en otro país tiene un sabor especial. Y encima, si lo hacés con amigos, es un combo imperdible. Lamentablemente, lo que se inició como una salida grupal terminó siendo un viaje de uno solo porque cada uno, con problemas o situaciones laborales, se fueron bajando. Aún así, le di para delante. Cualquiera que sea maratonista o amante de las grandes distancias lo entiende. Tenemos nuestra cuota de poner un objetivo por sobre todo, aunque haya cosas que cambien. Y eso pasó. Cambió el panorama, pero no me impidió planificar todo.






El objetivo de correr los 42 K era firme. Después de hacer en Villa La Angostura los 160 kilómetros de La Misión en febrero, varios me tiraron "hace la media maratón, es mejor, no te exigís", pero yo me había propuesto ir por todo. Con mi entrenador agarrándose la cabeza, lo convencí para que me planificara el mejor entrenamiento posible y así lo hizo. Matías Stampone es el mejor PF que puedo tener. Se banca mis locuras y saca lo mejor de mí. Me agarró con un par de kilómetros encima y hoy ya no cuento la cantidad de carreras de larga distancia que hice. Y a ello le agregué a Luciano Spenna, nutricionista que me permitió hacer los ajustes que necesitaba.

Con mi familia detrás (sin ellos no podría lograrlo, más que obvio), tuve un par de meses para armarme de kilómetros, aunque hasta último momento no sabía si podría ir (por motivos laborales). Es complicado (muy), fondear para un objetivo sin saber si cuando llegua la hora del desafío uno lo podrá hacer. Pero debía entrenarme, debía esforzarme, dejar todo, me la jugué.y se dio todo tal como quería.

Viajé a Uruguay y lo admito, cometí todos los excesos posibles. Disfruté de un tremendo chivito, salí hasta tarde el viernes, recorrí la ciudad el sábado, pude ver una murga y un recital popular de Rossana Taddei. Quería disfrutar. Quería sonreír, quería pasarla bien.y si al otro día debía dar un plus, estaba dispuesto a brindarlo.

¿La acreditación? No tardé dos minutos. Tan acostumbrado a hacer filas interminables que eso era un sueño. De hecho, conocí de manera fortuita a Pablo Naymark, un corredor que iba por los 21 que es amigo del grupo que me iba a acompañar. Lo mismo para dejar la mochila en la previa de la carrera, sólo un instante.

Tras despertarme el domingo, yendo al Palacio Legislativo, me cruzo con un charrúa que iba a correr los 21. Fuimos charlando distendidos. Se nos suma un platense de 75 años que estaba compitiendo en un torneo de atletismo, pero quería presenciar la largada. Se armó una linda charla en la que les cuento sobre mis entrenamientos en el parque de Lomas de Zamora. En la largada me lo vuelvo a cruzar a Pablo, acompañado por Jonathan Rudaeff, al que conozco más por su apodo en twitter que por su nombre real.

En ese momento, minutos antes de correr, les cuento que mi intención era hacer entre 4hs30m y 5 horas. No estaba al 100%, era consciente de ello y no iba a hacer locuras. Había llegado el momento de la verdad, muy diferente al que se vive en Buenos Aires. No tan masivo, lo que lleva a que sea más íntimo, más personal. Arranca y tras una vuelta al Palacio, se enfila hacia el monumento de Artigas, con una primera cuesta. Algunos ya se quejaban, pero no se comparan con las que cualquiera puede hacer si uno disfrutó de alguna carrera en Tandil. ¡Esas son cuestas!

Llega el momento de tomar la rambla. El Río de La Plata aparece y la inmensidad se impone. Un clima ideal para correr, no más de 18 grados mientras amanece. Una suave brisa nos acompañaba, ante la ausencia de viento que pudiera molestar. Al ir a un costado de la senda aeróbica, veo las marcaciones y me digo "que lindo que está para entrenar acá". Pasamos por donde una banda interpreta "El Rock del Gato". La tarareo y aplaudo. En ese instante tenía mucho resto.

Puestos de hidratación a todo momento, la mejor de las ondas y aliento de todos los colaboradores, carteles con frases motivadoras a cada paso o el "Vamo Arriba" tradicional eran postales que te quedan grabadas.

Artículo original en: http://www.lanacion.com.ar/1789861-maraton-de-montevideo-en-primera-persona